Necesito escribirte, aunque nunca me fueras a entender, aunque mis palabras se queden en el
olvido, seguramente todos encontraremos algún destinatario a quien dedicarle estas palabras.
Sinceramente, no recuerdo mi vida antes de conocerte, quizá ese es el motivo por el que hoy
tengo tanto que agradecerte, recuerdo las dificultades que tuvimos al principio, recuerdo que
todo se me hacía demasiado grande, te recuerdo a ti, acabada de llegar, apenas me pesabas
un kilito, te había traído lo único que tenía, mis brazos, esos que nunca se separaron de ti, esos
que te abrazaron todas las noches, hiciera frío, hirviera el ambiente, recuerdo que te improvisé
una caja de cartón con una mantita y una pelota de tenis. Recuerdo los primeros días en
nuestro nuevo hogar, sacrifiqué todo lo que tenía y preferí empezar de nuevo junto a ti.
Recuerdo que los primeros paseos que hacíamos juntos corrías detrás de las hojas que
ondulaban por el viento. Recuerdo que me perseguías por la casa en busca de mis tobillos.
Recuerdo el amor a primera vista con Sam y las infinitas carreras que os habéis pegado.
Recuerdo que estar tan enamorado de vosotros me hizo sentir todas mis dificultades
minúsculas, recuerdo que gracias a vosotros no dudé ni un momento la profesión que quería
escoger. Recuerdo esa fuerza, todos los días, cuando me siento insignificante, cuando he
sentido que todo se ha terminado, cuando he fracasado en alguno de mis propósitos.
Recuerdo lo feliz que eras. Hace dos semanas te tenía dando vueltas por toda la casa cuando
llegaba, cogiendo tu peluche y llevándotelo a tu sitio, esperándome para ir a la cama, hacer un
esfuerzo increíble para que te autorizara que te comieras tu comida, te había costado, pero
por fin habías empezado a asentar cabeza. Ahora que no estás nos hemos dado cuenta
realmente lo importante que eras para Sam, eras su referente, tu decidías cuando se jugaba,
cuando se dormía, cuando se comía. Recuerdo que hacías piña para afrontarme cuando os
perseguía por la casa y lo mucho que te protegía Sam, esa complicidad nunca la he visto con
nadie. Recuerdo lo complicado que era ganarme un beso tuyo. Recuerdo las últimas noches
que pasaste a nuestro lado, recuerdo el último abrazo que te di en la clínica, te pedí por favor
que fueras fuerte por qué aún me faltaba mucho amor por darte. Sé que hiciste tu mayor
esfuerzo.
Jamás en mi vida me hubiera imaginado que disfrutaría de ti tan poco. Que pasarías por mí
vida como una estrella fugaz. Desde entonces he descubierto que por más corto que sea el
camino, quien pisa fuerte, deja huella. La tuya la tendré siempre en mi corazón. De lo único
que me arrepiento es de haber trabajado día y noche para daros lo mejor para vosotros y no
haber disfrutado más de tu compañía. Gracias por que una vez más, me has enseñado algo, a
vivir del momento y agradecer lo que tengo, ahora. Y no mañana.
Me dejas un legado, un objetivo en esta vida, una felicidad inconmensurable de que hayas
formado parte de mi vida, orgullo de saber que soy capaz de darlo todo por quien realmente
quiero, por enseñarme a quererme a mí mismo, de saber realmente lo que es el amor
incondicional, de ser feliz con bien poquito.
Volveremos a encontrarnos y, esta vez, será para siempre. Siempre he sido ajeno de creer que
hay un más allá, pero espero que realmente exista algún lugar donde poder vivir lo que aún
nos queda pendiente. Hasta entonces, siempre permanecerás viva dentro de mí.